lunes, 6 de abril de 2009

EL GRAN METEORO





Un meteorito de 10 kilómetros de diámetro, cayó sobre la Tierra. Sus efectos fueron devastadores. El clima húmedo y cálido en que vivían los dinosaurios cambió debido a las grandes nubes de polvo que oscurecieron el cielo durante meses, o quizá, años.
El geólogo Alan Hildebrand encontró en Haití, tras varios años de investigación, unas pequeñísimas piedras arcillosas, llamadas tectitas.

Su interior es roca vitrificada y se formaron cuando el gran meteoro chocó contra la Tierra en el Golfo de México. Las tectitas estaban en una capa arcillosa, correspondiente al limite entre los perlados Cretácico y Terciario, impregnada de iridio y granos de cuarzo. Son la prueba del impacto de un meteoro.




El pequeño pueblo de Puerto Chicxulub, ubicado en la costa norte de la península del Yucatán, sobre el Golfo de México, se ha convertido desde hace poco en el centro de la atención de geólogos y geofísicos. En esa tierra maya se descubrió que hace 65 millones de años cayó un gran meteoro; puede ser la expliación al misterio de la extinción de los dinosaurios.




En 1980, Luis Álvarez y su hijo Walter lanzaron la teoría de que un meteoro había sido la causa de la extinción de los dinosaurios y otras especies al final del período Cretácico. En un principio se consideró una idea absurda, pero las pruebas aportadas por los Álvarez hicieron que su hipótesis ganara credibilidad.

Dos hallazgos se dieron en 1978 que ayudaron a formular esta teoría. Los Álvarez, Frank Asaro y Helen V. Michel encontraron en Italia una cantidad inesperada de iridio en la capa geológica intermedia entre los períodos Cretácico y Terciario durante un análisis rutinario. El segundo hallazgo del año 1978 lo realizó el geofísico Glen Penfield, entonces empleado de la compañía petrolera mexicana PEMEX. Glen realizaba estudios paleomagnéticos en Yucatán.

En la región norte de la península encontró anomalías magné- ticas que lo llevaron a la conclusión de que la zona de Puerto Chicxulub era el lugar donde había chocado un meteorito gigante. Penfield no pudo revelar este descubrimiento, porque PEMEX se negó a dar a conocer los datos hasta que se iniciara la explotación de petróleo en la zona. Cuando por fin la empresa lo autorizó, Penfield expuso sus conclusiones pero nadie lo relacionó con la teoría de los Álvarez. En 1990, Walter Alvarez y Frank Asaro seguían esprando a que alguien encontrara el cráter de 150 kilómetros que el impacto de un objeto de 10 kilómetros produjo.

También se pensó que nunca se encontraría evidencia directa del choque debido al movimiento de las placas tectónicas. Sólo cuando otras investigaciones (la confirmación de que unas piedras llamadas magnetitas, encontradas en el limite Cretácico-Terciario, provenían del espacio y el estudio de imágenes del satélite Landsat que mostró la distribución regular de los cenotes del Yucatán en un amplio semicírculo) lo confirmaron, los investigadores coincidieron en señalar que desde Puerto Chicxulub se esparció la nube de polvo y gases que destruyó a los dinosaurios.

Otros científicos también realizaron estudios sobre esta hipótesis. Los astrónomos Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe calcularon la potencia de un impacto meteorítico y la tremenda destrucción ambiental que produciría en el planeta. En 1980, dos expertos en simulaciones, Richard Turco y 0. Brian Toon, demostaron a través de la computadora que el polvo levantado por el choque de un uerpo de 10 kilómetros oscurecería completamente la atmósfera durante varios meses. Esto provocaría frío, efecto invernadero e incremento de la temperatura global, lo cual desembocaría en la extinción de las especies.

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